En lo que llevamos de año las principales bolsas europeas han subido de media más de un 10% y los datos de flujos de fondos muestran que el viejo continente sigue recibiendo inversión extranjera saliente de EE.UU.
El apetito por el riesgo "made in Europe" se apoya en el crecimiento económico, la mejora de resultados empresariales y la resolución satisfactoria de los focos de incertidumbre política, como las recientes elecciones francesas. Pero, cuando todo parecía calmarse, la renta variable europea se topa con un nuevo foco de preocupación: la presión de los precios de los metales debido a la dinámica de la economía china.
Este podría ser el nuevo tendón de Aquiles de nuestro mercado pues, cuando Asia se ralentiza, normalmente se ve un impacto en Europa. Seguimos siendo positivos en renta variable europea, pero si la situación de China se agrava, probablemente tendremos que cambiar nuestra opinión.
Históricamente, las bolsas europeas han evolucionado ampliamente en línea con los precios de las materias primas hasta principios de este año. En las últimas semanas, el patrón se ha roto. Así, el Stoxx 600 subió el martes a un máximo de 21 meses, impulsado por el optimismo derivado de la victoria de Emmanuel Macron en las elecciones francesas, a pesar de que los precios del petróleo y los metales bajaron.
Sin embargo, las fuertes caídas en los precios de las materias primas han conllevado un descenso de las acciones europeas en el pasado reciente. Recordemos que el desplome de las commodities a principios de 2016 empujó al STOXX 600 un 17% abajo. La economía china va a pararse del todo antes del otoño