Según fuentes estadísticas, la caída de exportaciones experimentadas y previstas para el 2015 produciría un fuerte incremento en la desocupación.
Desde la CIRA se informó que “las importaciones se contrajeron el 25% en el pasado mes de febrero contra igual mes del año anterior (22% de caída acumulada en el primer bimestre del año), sumando de esa forma 12 meses consecutivos de contracciones interanuales. Asimismo, la caída interanual de febrero es la más abrupta desde fines de 2009.
En montos, los 4.011 millones de dólares representan el menor valor para un mes de febrero desde el año 2010. De igual forma, las exportaciones se contrajeron en el mes pasado 24,7% respecto a febrero de 2014, registrando el decimosexto mes consecutivo de caídas interanuales, y el menor monto en dólares para un mes de febrero desde el año 2010.”
El impacto que produce la política arbitraria con la que continúan rigiéndose las importaciones argentinas, acrecienta el déficit inflacionario, por lo que son trasladados a los consumidores finales los aumentos de precios consecuentes a la menor disponibilidad de productos en todos los sectores. Es que la industria nacional, no se ha incrementado en los rubros existentes ni se han llevado a cabo propuestas de inversión para fabricación de nuevos productos.
El índice expresado muestra que ni los objetivos de fortalecer y desarrollar la industria local, ni los objetivos de incrementar reservas a través de un pretendido control matemático sobre los movimientos de divisas por comercio exterior, han sido alcanzados.
Es que el desdoblamiento cambiario ha retraído el aumento de divisas por exportaciones, no sólo por la especulación lógica temporal de los empresarios sino por la cantidad de maniobras advertidas en los últimos meses por la AFIP-DGA, en relación a las empresas que directamente han evadido el sistema de liquidación local de divisas por cobro de exportaciones.
La diferencia que resulta de percibir el dólar billete con el dólar al que se liquidan las exportaciones es determinante en el aumento de la aparición de “exportadores fantasmas”. El perjuicio de estas operaciones, más allá del ilícito que conllevan, repercute nuevamente en el desfasaje económico que seguirá incrementando la restricción de importaciones, con el consecuente aumento de precios resultante de la imposibilidad de abastecer la demanda que aún no ha sido sustituida por la industria local.
La desocupación se seguirá incrementando, pues los sueldos que generan las empresas depende de una ecuación exacta que parte de la base del volumen de negocio.
Re-direccionar las políticas arbitrarias en torno a las importaciones, que en su desarrollo carecen en su totalidad de criterios o parámetros prudentes y lograr un dólar aceptable para la liquidación de divisas por exportaciones, podrían atenuar las consecuencias sociales desfavorables que se producen.
Pues es lógico que ante tal desdoblamiento cambiario, los esfuerzos se direccionen más por importar que por exportar, ya que adquirir productos desde el exterior al dólar oficial y venderlos al precio del mercado local que está determinado por el dólar “blue”, genera una ecuación económica perfecta.