Interés, no ansiedad.
Lo que ocurrió en los mercados bursátiles la semana pasada fue inesperado e interesante de observar.
Hasta el miércoles 17 de enero, los mercados globales occidentales parecían estar bajo asedio.
El mundo cambió en la noche del miércoles al jueves. Los astrólogos dicen que no es insignificante que la Luna estuviera en conjunción con Júpiter, y además era muy hermoso observar su proximidad en el cielo.
En Asia y el Pacífico, el Nikkei japonés alcanzó su máximo de 33 años el viernes 19 de enero, mientras que el Nifty indio registró un nuevo máximo histórico el martes 16.
En China, el Shanghai Composite cayó a mínimos de cuatro años y el Hang Seng de Hong Kong alcanzó su mínimo de noviembre de 2022.
En Europa, los principales índices alcanzaron el miércoles 17 el mínimo de siete semanas: entre ellos el Dax alemán, el AEX holandés y el FTSE de Londres.
En Estados Unidos, los tres principales índices, después de haber alcanzado el mínimo semanal el miércoles, subieron con fuerza, arrastrando a Europa el jueves y el viernes.
El viernes, los tres índices americanos registraron al unísono nuevos máximos históricos.
El comportamiento del índice brasileño fue curioso y en clara contratendencia, ya que el miércoles experimentó el cambio de tendencia contrario al de Estados Unidos, alcanzando el viernes el mínimo semanal.
Mientras las bolsas americanas celebraban, Bitcoin y Ethereum, después de haber anticipado la subida de las bolsas, cayeron un 20% y un 10% respectivamente.
El oro y la plata siguieron la tendencia bursátil, con un mínimo a mitad de semana y una recuperación al final.
El petróleo se mantuvo entre el nivel de 70 y 75 dólares. Pero probablemente esté destinado a grandes cambios en los próximos tres meses.
En Estados Unidos cada vez está más claro que la batalla presidencial será entre Trump y Biden.
Trump sale triunfante de las primarias de Iowa, se prepara para enfrentarse a New Hampshire y luego a Carolina del Sur. Todos los bastiones republicanos.
Biden se siente enviado por el Señor a luchar contra el diablo Trump. Siendo así, los electores, mayoritariamente, no votarán a favor de uno de los dos, sino en contra de uno de los dos.
Habría mucho a quién apoyar: Nikki Haley, por los republicanos, pero el público electoral no parece ser de los que están dispuestos a elegir a una mujer, en lugar de un vaquero como Trump. O Robert Kennedy, para los demócratas, pero ¿querrían los votantes reevaluar la figura de un Kennedy, después de haber dejado de lado todas las desgracias de la familia?
¿Y podría De Santis, en lugar de Michelle Obama, ser capaz de vencer a dos tanques como Trump y Biden?
Por ilusorio que sea, no debemos perder la esperanza, porque Estados Unidos en manos de Trump o Biden para el cuatrienio 2025-2029 sería un grave riesgo para todo Occidente.
El riesgo para los mercados bursátiles es muy alto a pesar de su tradicional e insensible indiferencia hacia la política y a subirse al carro de los ganadores, sean quienes sean. Veremos los síntomas ya en la segunda mitad de 2024, con el probable aumento de la incertidumbre electoral.