FRÁNCFORT, 31 ago (Reuters) - La inflación de la zona euro se mantuvo estable este mes, pero el crecimiento subyacente de los precios cayó según lo previsto, una perspectiva desigual que complica la vida al Banco Central Europeo, en un momento en que sopesa la posibilidad de hacer una pausa en las subidas de tipos ante la visible ralentización del crecimiento.
La inflación general en los 20 países que comparten el euro se mantuvo sin cambios en el 5,3% en agosto, desafiando las expectativas de una caída al 5,1%, mostraron el jueves los datos de Eurostat. Sin embargo, el indicador subyacente clave, que filtra la volatilidad de los precios de los alimentos y la energía, se redujo al 5,3%, frente al 5,5% de julio.
El BCE ha subido los tipos de interés en cada una de sus reuniones de los últimos 13 meses, desde un profundo territorio negativo hasta un máximo de más de dos décadas, pero los responsables de política monetaria debaten ahora si hacer una pausa o volver a subirlos, probablemente por última vez, el 14 de septiembre.
Parte de su preocupación radica en que el crecimiento está perdiendo gas rápidamente y la economía del bloque, que se ha estancado en los tres últimos trimestres, podría incluso entrar en recesión, con poco impulso para su recuperación.
Algunos sostienen que una desaceleración de este tipo sería deseable, sobre todo si sirviera para sacudir un mercado laboral especialmente tenso, porque las presiones subyacentes sobre los precios son demasiado elevadas y podrían hacer que la inflación se estancara por encima del objetivo del 2% fijado por el BCE.
De hecho, la inflación de los servicios, que se sigue muy de cerca, apenas disminuyó en agosto, con una tasa del 5,5% frente al 5,6% del mes anterior. El crecimiento de los precios de los bienes industriales no energéticos, otra medida vigilada por el BCE, se redujo del 5% al 4,8%.
Por su parte, la inflación de los alimentos elaborados bajó del 11,3% al 10,4%, y los precios de la energía cayeron un 3,3%, frente al 6,1% del mes anterior.
Es probable que algunos dirigentes monetarios argumenten que la rigidez del mercado laboral, evidenciada por la rápida inflación de los servicios, dificultará nuevos avances, ya que una tasa de desempleo sin precedentes —6,4% en julio— se traducirá en presiones salariales.
Las empresas tuvieron dificultades para volver a contratar trabajadores tras la pandemia, por lo que muchas optan ahora por "acaparar" mano de obra en previsión de tiempos mejores. También disponen de liquidez para mantener el empleo porque las empresas aprovecharon la inflación para subir los precios más que los costes y aumentar así sus márgenes.
Pero eso podría mantener el crecimiento salarial relativamente rápido, una razón clave por la que no se ve que la inflación vuelva al 2% hasta finales de 2025, un plazo que algunos responsables de política monetaria consideran demasiado tarde.
La próxima reunión del BCE se celebrará el 14 de septiembre y los mercados están divididos sobre lo que hará, con probabilidades ahora sesgadas hacia una pausa y una última subida a lo largo del año antes de recortes a partir de mediados de 2024.
(Reporte de Balazs Koranyi; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)