No hay ninguna duda que desde la crisis financiera de 2008 se dio un cambio estructural en el comportamiento de los mercados mundiales de acciones. Las sucesivas rondas de Quantitative Easing (QE) en Estados Unidos, junto a un período de tipos de interés inusualmente cercanas a cero; la debilidad en las economías europeas y la nueva flexibilidad en la política monetaria del BCE; la desaceleración en el crecimiento de los países asiáticos (principalmente China) y las crecientes turbulencias en algunos países de Latinoamérica, han generado un período de máximos históricos en los principales índices de equity mundiales.
En este contexto, es importante entender a qué nivel de riesgo se exponen las inversiones y cómo se comparan en el mapa global de los mercados. La siguiente tabla muestra los 10 índices de acciones más volátiles del mundo:
Como se puede observar, nuevamente Argentina marca otro récord en el libro de distorsiones económicas y financieras si se compara el casi 40% de volatilidad anual contra el 16% promedio global, o si se tiene en cuenta que el país prácticamente duplica la volatilidad de Japón, el tercero en la lista.
Asimismo, no es sorpresa que Venezuela, otro país con altos niveles de inflación, se encuentre en segundo lugar con un 28%. Un escalón por debajo, continúan el ranking Brasil e Italia con volatilidades de 21,5% y 21,2% respectivamente, mientras que ya por debajo del promedio global, se encuentran los índices de China, Perú y el Nasdaq Composite estadounidense.
Históricamente, se ha considerado que los mercados emergentes presentan mayores riesgos que sus contrapartes en los países desarrollados. Si bien esto fue cierto durante décadas, los grandes cambios en las políticas monetarias de las economías más grandes del mundo a raíz de la última crisis, han generado un escenario extremadamente fértil para las inversiones en Latinoamérica, gracias a grandes flujos de dinero buscando mayores rentabilidades.
Esto es especialmente cierto para países como Chile, Colombia, México y Perú, cuyos mercados observaron, durante el último año, volatilidades inferiores a las de Italia, España, Francia, e incluso Alemania.
Ahora bien, ¿Qué implica esto en el escenario macroeconómico argentino? Evidentemente ésta es otra razón más para entender que algo estamos haciendo mal. Niveles de inflación en torno al 30%, tasas reales de interés fuertemente negativas, desdoblamiento cambiario, un tipo de cambio oficial atrasado y reservas en caída, son efectos de deficiencias internas más que de consecuencias de un contexto externo desfavorable.
En tiempos donde necesitamos acudir a los mercados de crédito internacionales, es necesario que podamos sanear nuestra economía. Probablemente ese proceso no comience hasta finales de 2015.