Los ciclos económicos vienen y van como la vida misma. Como los sucesos históricos que completan y dan sentido a la frase hecha “la historia se repite”.
El oro es el protagonista de dicha historia. Y quiere ser el centro de atención. Considerado por muchos como activo refugio (que lo es), pretende saltar a la palestra para ser el hogar, una vez más, de los inversores envueltos en sábanas de pánico.
Pero existe, como en las mejores películas, una sutil diferencia. ¿Realmente existe incertidumbre? ¿No es acaso la incertidumbre el combustible necesario para cambiar el flujo de capitales desde la renta variable al oro?
Está más que descontada la crisis económica que está saldando las cuentas en términos de crecimiento con una (de momento) leve recesión (véase Alemania). Esto, unido a nuevos valores emergentes como el Bitcoin, está por ver si el oro cumple su función principal de atraer capital en situaciones similares. Capital que por encima de todo huye de una inflación que el oro no puede ofrecerle.
Por eso, el mineral dorado puede que cambie la historia. Puede que la incertidumbre no exista como tal y los bancos centrales, en su afán por apaciguar la inflación pongan como premisa no interrumpir las subidas hasta que se consigan sus objetivos del IPC. En este contexto, el oro no puede ser más que otra víctima en cuanto a su valoración se refiere, y caer, inexorablemente, a valores cercanos a 2008, cuando los tipos de interés eran como los de ahora. Hay que tener en cuenta, por si esto fuera poco, que los derivados del oro tienen un elevado coste en swaps que los inversores contabilizan mellando la rentabilidad esperada (y quizás no conveniente).
De momento, a nivel técnico, el XAU/USD muestra una distribución que apunta, efectivamente, a niveles de hace dos décadas, cosa que, por ejemplo, no ocurre con el BTC/USD. Aunque eso es harina de otro costal y habrá que ver qué tipo de bien sustitutivo son ahora las criptomonedas.
Como punto de partida, el soporte clave de los 1600 podría ser visitado en este mismo año, siempre y cuando haya terminado el UTAD (El conjunto de resistencias definido por Wyckoff) y no se alargue el testeo de las zonas altas para marcar nuevos máximos.
No queda otra que esperar una crisis que de momento no llega, pero sí se hace notar. Y si así es, al menos que se note, pero no en el bolsillo.